Este arte llamado vida nos enseña que el arte también está en saber decir adiós. ¿Sabes por qué? Porque cuando derramamos lágrimas, limpiamos el alma, y así podemos volver a abrir el corazón. En el momento que uno se acepta, nace la más hermosa pintura que nadie jamás haya visto. Porque tu interior empieza a florecer, dejando de ser blanco y negro... Siendo tu mismo el pincel de tu propia vida. Al dejar a Dios tocar tu existencia, y en el instante que decides tomar su mano y volver a mirar con los ojos del alma. A veces, no somos capaces de ver nuestra pintura de vida cuando las cosas no salen como queremos. Pero está bien... nos pasa a todos. Así que tranquilo, tranquila, todo estará bien. Confía en que, de ahora en adelante, tú eres ese dulce pintor de tu camino. El que es capaz de perdonarse, de seguir, y de crear con amor su propia obra. Porque… ¿quién no merece comenzar de nuevo? Todos lo merecemos, cuando lo hacemos desde la profundidad del amor.